El preferido de los niños: algodón de azúcar
Aunque su historia no está completamente documentada, se considera que los orígenes de esta golosina vienen de Italia -en el siglo XV- cuando reposteros acostumbraban a calentar azúcar hasta el grado de hacerla líquida y con ello para obtener un fino hilo de caramelo sólido, con el que decoraban cuidadosamente los postres. Posteriormente la técnica de hilos de azúcar se hizo popular en el siglo XVIII entre los cocineros de Europa y América. No obstante, representaba un esfuerzo colosal, por lo que estaba sólo a disposición de un sector muy reducido de la sociedad.
Se estima que la producción industrial del algodón de azúcar -como hoy lo conocemos- comenzó con William Morrison y John C. Wharton, quienes crearon en 1897 la primera máquina para su elaboración, misma que fue presentada en la Exposición Universal de Paris en el año de 1900.
La máquina no tenía ningún misterio, y es que realmente a día de hoy, simplemente se ha modernizado, ya que se sigue elaborando con la misma receta. Se trataba de una sencilla máquina en la que se vertía agua, azúcar y colorante, y la máquina creaba unas hebras obtenidas de la mezcla de estos ingredientes que se unían alrededor de un palo de madera dando lugar a una bola de azúcar.
El problema principal que presentaban las primeras máquinas era el costo elevado del producto. Su valor era de 25 centavos de dólar la porción, lo que no permitía que se consuma masivamente.
Más tarde, las tiendas de golosinas comenzaron a comprar las máquinas, ofreciendo el producto por un precio inferior y con el nombre de sugar spun ("hilado de azúcar"). Sin embargo, las máquinas se tornaban frágiles, por lo que el producto no se convertiría aún en el éxito masivo que es hoy.
Hacia 1940, otra empresa, Gold Medal Products, creó otro modelo con base al mismo principio, haciendo máquinas más sólidas y formadas por piezas metálicas más resistentes y menos proclives a fallos. De esta manera, la golosina se terminó de consolidar entre la gente al bajar el precio final para el consumidor.
El desarrollo y las innovaciones posteriores de las máquinas han permitido que el algodón de azúcar sea de un amplio consumo en todo el mundo, de ahí que sea habitual hallarlo en fiestas de niños, en ferias, plazas públicas, como postre en restaurantes, para endulzar café -conocido como sweet little rain- y en la elaboración de helados.