La fondue de queso, un poco de historia
Es una verdad universalmente reconocida que lo único mejor que el queso es el queso fundido. La fondue de queso es un plato clásico suizo que consiste en sumergir varias cosas deliciosas en un cuenco de queso derretido y pegajoso. A continuación, le explicamos cómo surgió esta maravillosa práctica.
La primera fondue de queso
La primera receta de la fondue de queso data de 1699, cuando se denominaba "Käss mit Wein zu kochen", que se traducía como "cocinar queso con vino". Hay quien dice que la práctica comenzó con los granjeros alpinos de Suiza, que cocinaban vino, ajo y hierbas con el queso como forma de aprovechar las sobras cuando no había alimentos frescos durante el invierno. Aunque sus raíces se encuentran en las montañas, la práctica se extendió por las laderas y también la consumían los habitantes de las ciudades, donde el queso Gruyere era uno de los ingredientes favoritos.
La fondue de queso, tal y como la conocemos, tampoco fue siempre igual. Una variante de 1735 era una mezcla de huevos y queso. Jean Anthelme Brillat-Savarin, famoso político y gastrónomo francés, la describió despectivamente como "nada más que huevos revueltos con queso". Fue alrededor de 1875 cuando la receta moderna que conocemos se escribió por primera vez en el Ródano-Alpes francés, cerca de la frontera con Suiza. Esta versión de la fondue de queso contenía el queso, el vino y las hierbas habituales, pero, como Billat-Savarin se habría alegrado de oír, no contenía huevos.
La fondue, un plato suizo
Aunque las raíces exactas de la fondue de queso moderna son un poco confusas, difuminadas en algún lugar de la frontera franco-suiza, y entre los granjeros alpinos y las clases acomodadas, la asociación con Suiza fue cimentada por la Schweizer Käseunion, o la más sabrosa Unión Suiza del Queso, en la década de 1930. En un intento de fomentar el consumo de queso, y como forma de unir a los suizos, la Unión promocionó la fondue de queso, y la menos conocida, pero igual de cursi, raclette, como plato nacional. La fondue crée la bonne humeur", o "la fondue crea un buen estado de ánimo", era sólo uno de los eslóganes utilizados en la abierta y agresiva campaña de marketing de la Unión del Queso, que también enviaba juegos de fondue al ejército y a eventos populares, asegurándose de que se consumía queso suizo. La Unión, a la que también se ha denominado "mafia del queso", consiguió que la fondue se incorporara al estilo de vida suizo y que nunca saliera de él.
La historia de la fondue se asemeja en cierto modo al propio plato. Al principio es un poco difícil de tomar y es bastante fácil perder el pan, pero luego el vino tan convincente (en este caso la Unión de Quesos) sigue fluyendo y ese "buen humor" acaba por llegar, haciendo que el queso y el pan sigan por sí solos.
También es importante recordar que hay una regla no escrita en la fondue de queso: quien deja caer el pan en la olla, paga la cuenta.